jueves, 30 de marzo de 2017

EL SUEÑO DE CASSANDRA

Finalmente la Audiencia Nacional ha condenado a Cassandra a un año de cárcel por 13 tuits en los que hacía humor con la muerte de Carrero Blanco al considerar que ha cometido un delito de humillación a las víctimas del terrorismo. La chica, de 21 años y estudiante de historia, ha escrito en Twitter que, además del año de cárcel, la han inhabilitado durante siete años, lo que significa, según su abogado, que no podrá optar a becas ni presentarse a unas oposiciones para dedicarse a la docencia como tenía proyectado.

¿Qué democracia arraigada es capaz de amparar una ley que mete en la cárcel a una chica por unos chistes colgados en la red? ¿Qué democracia seria puede destruir la vida de una joven que lo único que ha hecho ha sido utilizar el humor para explicar un suceso histórico de hace 44 años cuyo protagonista fue uno de los estandartes de una dictadura fascista y asesina, alguien que se hartó de firmar sentencias de muerte contra gentes que sólo querían libertad, el sucesor de Franco, uno de los mayores genocidas que ha parido el siglo XX? ¿Si el Estado te condena por bromear sobre la muerte de un dictador, acaso considera que ese dictador era alguien respetable? Esta condena no tiene ni pies ni cabeza, no cabe en una democracia respetable del año 2017. Por otro lado, denigrar a las víctimas del franquismo, esas centenares de miles de personas trabajadoras y pobres que murieron defendiendo o intentando recuperar la democracia a manos de gentuza como Carrero Blanco, sale gratis. No me imagino la repulsa, el bochorno que deben sentir los familiares de esas víctimas ante esta condena absurda, personas que llevan años luchando para poder desenterrar a sus familiares, para que se juzguen los crímenes de los asesinos franquistas, ninguneadas por un Estado que pide respeto a la memoria de un asesino. Tampoco pasa nada por decir, textualmente, como Jiménez Losantos, que “veo a los de Podemos y si llevo arma disparo”, entre otras barbaridades. Ningún tribunal de este país te va a condenar por ello.

Luego están los que dicen "Es que no debería bromear con la muerte de nadie, no debería haberlo escrito y ya está. Se habría ahorrado problemas”. Decir eso es no ser un demócrata. Punto. La democracia consiste, entre otras cosas, en la confrontación de distintos puntos de vista, en poder expresarse libremente sin temor a censuras o represalias, más si hablamos de un suceso ocurrido casi medio siglo atrás y que envuelve a semejante personaje. ¿Acaso podemos siquiera pensar que en Alemania o Italia alguien puede pisar la cárcel por hacer un chiste sobre la muerte de Hitler o Mussolini? Pero claro, ninguno de esos países se bañó en las aguas purificadoras de la transición modélica que convirtió, de la noche a la mañana, a franquistas españoles en demócratas y los mantuvo en los aparatos del Estado. En días como hoy vemos las consecuencias y, como diría Juan Carlos Monedero, olemos el tufillo a franquismo que todavía hoy desprenden los pies de este país.

Me pregunto si Cassandra, como Collin Farrell en la genial película de Woody Allen que lleva su nombre, se arrepiente de sus acciones, carcomida por la culpa. Quizás tenía la esperanza de vivir en un país más libre, más democrático. Sin embargo, existe una diferencia consustancial entre los hechos que aquí se comparan, y es que Cassandra no ha cometido, aunque la ley diga lo contrario, ninguna acción reprobable (al menos a ojos de una democracia seria), no ha matado a nadie, sólo hizo chistes de un dictador. No puede sentirse culpable por sus actos porque, simple y llanamente, no ha hecho nada malo. 

Son muchas las muestras de apoyo que ha recibido Cassandra en las últimas horas, incluyendo a Podemos e IU. Otros han preferido el silencio (PP y Cs) o “respetar” esta sentencia abusiva (PSOE). Ha recibido el apoyo de la gente que entiende que las leyes están para condenar los delitos de verdad, para meter en prisión a los que saquean a dos manos, a los corruptos que financian a sus amigos con el dinero de todos, a los delincuentes que se llevan nuestro dinero a los paraísos fiscales. Quiero unirme a esas muestras de solidaridad aportando estas líneas, porque también #YoSoyCassandra y porque, seamos sinceros, sus chistes tampoco eran la bomba.

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