Tras finalizar la última tregua, Israel ataca de nuevo indiscriminadamente al pueblo
palestino, encerrado en la Franja de Gaza. Esta operación, llevada a
cabo con el pretexto del asesinato de tres estudiantes israelíes, ya
se ha cobrado la vida de más de 2.000 palestinos (entre ellos más de
500 niños), la mayoría de los cuales son civiles.
El
ejército israelí ha bombardeado miles de viviendas, hospitales,
el sistema de saneamiento y de distribución de agua, una central
eléctrica, centros de personas discapacitadas y mezquitas a la hora
del rezo de manera impune y con el apoyo de EEUU, que votó en contra
de investigar los posibles crímenes de guerra de Israel en dichos
ataques. Incluso escuelas de la ONU han sido derribadas por Israel, sin
que vaya a sufrir, casi con toda seguridad, sanciones por parte de la
comunidad internacional.
Es
importante, como se suele decir, aprender de nuestra historia para no
volver a caer en los mismos errores. Sin embargo, desde que estalló
este conflicto, son demasiados los elementos que me recuerdan a lo
que sucedió tras el asesinato, en 1942, de Reinhard Heydrich, hombre
de confianza de Hitler, por parte de un comando de la resistencia
checa.
Heydrich
fue un alto cargo nazi, jefe de seguridad del III Reich, mano derecha
de Hitler en Checoslovaquia e ideólogo de la llamada “solución
final” (plan de los nazis para llevar a cabo un genocidio contra el
pueblo judío en Europa durante la II Guerra Mundial). Era un hombre
sanguinario, frío y calculador al que apodaban "la bestia
rubia", "el verdugo de Hitler" o "el carnicero de
Praga". Ostentó además el alto cargo de Reichprotektor de
Bohemia-Moravia (actual República Checa menos los Sudetes) y llevó
a cabo una brutal represión contra la resistencia checa. Esa
represión, irónicamente, fue lo que acabó con él.
Numerosos
exiliados checos en Londres tramaron entonces lo que sería la
Operación Antropoide, que pretendía acabar con Heydrich,
reivindicando así la oposición del pueblo checo al régimen nazi.
Fue llevada a cabo por los sargentos de la Brigada Checa instruidos
en el Reino Unido Jozef Gabcik, Jan Kubis y Josef Valcik.
El
27 de mayo de 1942, los tres paracaidistas tendieron una emboscada al
vehículo que transportaba a Heydrich desde su domicilio a las
afueras de Praga hasta su despacho, aprovechando que siempre
realizaba el mismo camino e iba sin escolta. El sargento Gabcik se
propuso ametrallar el coche pero su arma se atascó. En ese momento,
Heydrich, en lugar de huir, salió del coche pistola en mano
dispuesto a acabar con el paracaidista. Fue entonces cuando el
sargento Kubis lanzó una bomba de mano que impactó en un costado
del vehículo del alto cargo nazi, hiriéndole gravemente. Moriría
el 4 de junio en el hospital Bulovka.
Los
sargentos se refugiaron en el subterráneo de la catedral ortodoxa de
los santos Cirilo y Metodio, en Praga, durante 20 días junto con
otros cuatro paracaidistas encargados de otras misiones. Tras un
chivatazo, los nazis iniciaron una redada formada por cientos de
soldados. Los paracaidistas resistieron durante horas pero, rodeados,
nada pudieron hacer. Seis de los siete se suicidaron y el séptimo
fue herido grave y falleció en el hospital.
Hasta
ahora no parece haber conexión alguna entre este hecho y el ataque
de Israel a Gaza. Es a partir de aquí cuando observamos las
similitudes.
El
enfado de Hitler por la muerte de Heydrich fue descomunal, y la
represalia, terrorífica: ejecuciones masivas y la destrucción
completa de las poblaciones de Ležáky y Lídice (donde se creía
que habían dado refugio a los paracaidistas).
Analicemos
ahora el ataque de Israel a Gaza. Tras el asesinato de los tres
estudiantes israelíes, y a pesar de no conocerse realmente las causas o los autores,
Netanyahu y gran parte del gobierno sionista israelí dieron por hecho que fue
obra de los palestinos contra la ocupación israelí y como represalia atacaron ferozmente a una
población desarmada e inocente, dejando hasta la fecha más de 2.000
víctimas (la mayoría civiles).
Observamos
que a pesar de las muchas diferencias históricas e ideológicas
existentes (no podemos comparar, obviamente, ni a Heydrich con esos
tres estudiantes ni a los judíos con los nazis, por ejemplo) las
reacciones y acciones tomadas por Hitler y Netanyahu tras los
respectivos asesinatos son muy similares: masacrar a una población
inocente por pura venganza. Sin embargo, hay un elemento muy
distintivo e importante que no puede causarme otro sentimiento que el
de la repulsión.
Se ha publicado una noticia en la que un periodista alemán,
Christian Sievers, revela que el asesinato de los jóvenes israelíes fue motivado por motivos
económicos. Por si esto fuese poco, revela además que la Agencia de
Investigación Interna israelí estaba al tanto de este hecho pero
que Netanyahu obligó a tapar esta información para poder utilizar
así el triple homicidio como excusa para atacar a Palestina.
Nada
justifica el bombardeo al que se está sometiendo a los palestinos,
pero de ser esto cierto, nos encontraríamos ante una barbarie que
debe ser castigada. Se demostraría, como muchos pensamos desde el
inicio de dichos ataques, que lo único que busca el gobierno israelí
es acabar con el pueblo palestino, no reducir a los “terroristas
islamistas” como vienen diciendo estas últimas semanas.
Tenemos,
pues, dos momentos históricos distintos y dos reacciones similares
provocadas tras homicidios y dirigidas contra poblaciones inocentes e
indefensas. Irónicamente, parte del pueblo que antes fuera oprimido,
se ha convertido en opresor. La historia se repite una vez más y si
nadie pone freno a Israel, la Franja de Gaza y su población podrían acabar desapareciendo como sucedió con Ležáky y Lídice.
Izquierda:
Gaza tras los bombardeos de Israel. Derecha: Ležáky tras el ataque
nazi en 1942.
Fuente:
20minutos.es y Wikipedia
Toni Velasco (@avelasgar)